Canto cristiano antiguo occidental


Canto Antiguo y Canto Gregoriano

Se llama generalmente canto gregoriano a todo el canto monódico en latín de la Iglesia Católica. Los libros llamados “de canto gregoriano” (Gradual o Breviario romano) definen el gregoriano como un repertorio que abarca tanto obras de los primeros siglos, los grandes Kyrie del siglo XI como el Credo y misas del siglo XVIII. Por otra parte, de manera más específica y culta, llamamos gregoriano al conjunto de cantos contenidos en los manuscritos de finales de los siglos IX, X y XI de tipo antifonario, cantatorium o gradual, notados en neumas y procedentes de un área geográfica que comprende Francia, Suiza y las regiones vecinas de Alemania del Oeste y del Sur así como de Italia del Norte.

En este repertorio, se puede diferenciar un fondo antiguo de obras supuestamente anteriores al siglo IX. La imprecisión de estas definiciones viene de la ambigüedad de la denominación “canto gregoriano”, inadecuado para el repertorio que designa. En efecto, se ha querido asociar este canto al papa Gregorio El Grande (Ö 605) y, por tanto, a las iglesias de la ciudad de Roma. Sin embargo, esta filiación, que habrá causado bastantes problemas a los musicólogos (Apel, Gastoué, Gevaert, Hourlier, Hhucke, Huglo, Morin, Stäblein, Toloza,…) es, respecto al canto, legendaria y contradictoria con la historia y los manuscritos. El nombre del papa impuesto por la reforma de finales del siglo XIX conocida como “gregoriana” enmascara la realidad múltiple de este canto y las tradiciones que representa.

Para matizar y establecer límites más precisos, hay que hablar de forma más general del gran canto gregoriano occidental antiguo. Formado a partir del siglo IV sobre una base litúrgica común –con influencias judías, egipcias sirias y sobre todo griegas– y, con el florecimiento de la cultura cristiana occidental, sobre la tradición latina en sus diversas expresiones, este canto se desarrolló, como los usos litúrgicos, en varias regiones independientes relacionadas entre sí (por ejemplo, las Galias y Roma). Distinguimos principalmente las siguientes liturgias en Occidente:
En Italia: Italia del Sur, Roma, Italia del Norte (Milán, capital del Imperio en el siglo IV), Aquilea;  en Africa del Norte (Cartago);  en España (Toledo);  en Galia:  Aquitania, Provenza (Narbona, Marsella, Arlés, Vienne), Región de Lyon (Lyon, Autun); en Bélgica y Germania: Tréveris (también capital del Imperio); en Gran Bretaña (y, a partir del siglo VI, la de Irlanda).

Las tradiciones del canto están evidentemente relacionadas con las liturgias regionales; se pueden distinguir repertorios y estilos:
El de Milán (conocido como Ambrosiano). El de Roma (conocido también como Romano Antiguo). El canto hispano-visigodo, desgraciadamente aún indescifrable.El de las Galias del noroeste y del sudoeste, que, a partir de una liturgia carolingia específica, ha dado lo que se llama inadecuadamente gregoriano.
Esta última liturgia, mezcla de las tradiciones de Roma (en lo que se refiere a la tradición escrita y el orden litúrgico) y de las Galias (que aportan la tradición oral y el canto) fue elaborada desde finales del siglo VIII y durante el siglo siguiente, bajo el reinado de Pipino el Breve y, sobre todo, el de Carlomagno. Por influencia del Imperio Carolingio y, más tarde, de las provincias de Francia y del Imperio Germánico, se apartó progresivamente, desde el siglo IX hasta el XIII, de todas las demás, incluso de la de Roma, exceptuando el rito ambrosiano de Milán (la formación definitiva de las tradiciones locales tendrá lugar en los siglos XIX y XX).
Con la llegada del arte gótico, el canto gregoriano, salvo en algunos monasterios, quedó relegado al papel de canto simple frente al canto a varias voces que surge de una tradición popular que se desarrolló con la escritura. El Renacimiento impondrá su propio estilo y el canto gregoriano simplificado en “melodías” dejará de tener sentido. Los benedictinos franceses intentaron restaurarlo en el siglo XIX con la edición de un Gradual (1883, Solesmes). Desgraciadamente, la tradición del canto se había perdido, así como las nociones de escalas antiguas, de afinación en la entonación, de modos en el sentido de la tradición oral antigua, y, desde hacía mucho tiempo, la noción misma de arte sagrado (no solamente de arte religioso, es decir, de tema religioso, sino también los medios artísticos, por otra parte profanos).

Arte y canto sagrados
El repertorio del gregoriano es esencialmente canto sagrado: en el contexto de la liturgia, el Arte sagrado por excelencia. Es decir, un arte que, basado en lo divino, debe crear una relación real con Dios. Tiene su origen en la iluminación de la consciencia, en la contemplación del Dios único, mediante la cual se revelan los verdaderos ritmos y números de la Música y de la Danza, es decir, consciencia del alma en esta contemplación (Agustín, De musica, VI, volviendo aquí a la tradición antigua). Sobre estos ritmos y números, sobre las consonancias, proporciones y movimientos que resultan de ellos, se forma el Arte Sagrado: estos movimientos de inspiración divina, representados en la liturgia por la arquitectura, la imagen, la luz, el incienso y que el propio canto, más allá de la propia palabra, transmite poderosamente, estos movimientos iluminan la parte divina del alma con el fin de situarla en relación directa con lo invisible.

El canto, en efecto, con una determinada entonación (actuando directamente sobre el cuerpo mediante intervalos, vibraciones y sílabas, y sobre la consciencia profunda mediante la variedad de timbres) es el reflejo sonoro de los estados psico-sociológicos que la Antigüedad llama movimientos del alma: a esto corresponde la noción de modo. También el canto puede transmitir e inducir tales estados por su poder de conversión. Una interpretación auténtica del canto hoy en día debe apoyarse en esta concepción antigua fundamental del arte sagrado. En los tiempos en que el gran canto se comprendía y se practicaba así, el cristianismo se propagaba de forma irresistible por la palabra del Amor de Cristo, pero también por la belleza de la liturgia con que se revestía esta palabra. Iegor Reznikoff emprendió hace 30 años una auténtica restauración del canto cristiano antiguo en esta dirección.


El gran canto cristiano antiguo y su interpretación
La interpretación de los cantos del repertorio latino cristiano antiguo se basa en:

a) Un estudio de los manuscritos en neumas de los siglos IX, X y XI del canto cristiano occidental, de Roma, de las Galias francas (lo que llamamos gregoriano), de Milán, de España, …
b) El estudio en profundidad de los fundamentos del arte sagrado y de la liturgia cristiana antigua.
c) Un estudio constante de las tradiciones del canto cristiano antiguo aún vivas (canto cristiano de Oriente, música espiritual culta de Turquía, Irán, India, …, pero también las supervivencias en la zonas rurales occidentales).
d) Una práctica de este canto con el monocordio –según la antigua enseñanza de los maestros “gregorianos”- teniendo en cuenta de forma absolutamente rigurosa su resonancia natural.
e) Una práctica en la resonancia de los edificios, en particular de las iglesias románicas.

Estas prácticas permiten acercar y comprender la precisión antigua de intervalos, la escala natural de tonos desiguales y la escala pitagórica que sirve de referencia en la Antigüedad y hasta la época romana incluida y, de ahí, la noción esencial de modo, que carece de sentido si se canta de acuerdo con la escala y la entonación occidentales modernas separada en intervalos fijos. Estas nociones antiguas responden a estados psico-fisiológicos y de resonancia sonora del cuerpo característicos de lo que la Antigüedad cristiana llama movimientos del alma.

Destacamos asimismo que el repertorio del Gradual, por ejemplo en lo referente a las aleluyas, graduales, ofertorios, es fundamentalmente un canto para solista, cantor o Maestro de canto, que tiene, al igual que los lectores, un papel de celebración de la alabanza.

  
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